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martes, 4 de noviembre de 2014

 

"Yo no fuí la amante de Picasso; él sólo fue mi amo".

Pablo Picasso, su secretario Jaime Sabartés y elpoeta Paul Eluard charlan apaciblemente en una mesa del café Deux Magots deParís. Frente a ellos, una bella mujer morena y elegante, juguetea con una navaja con la que hace muescas en la mesa. De pronto se corta y la sangre brota a  través de sus guantes negros con rosas bordadas.La escena causó tal impacto al pintor Picasso que inmediatamente quiso saludarla. Eluard, que la conocía, hizo las presentaciones.
Ella es Dora Maar, una mujer con una increíble historia,artista en varios ámbitos destacando especialmente como una estupenda y creativa fotógrafa.
Dora se inicia en Barcelona su etapa de fotografía social;retrata la pobreza, la desesperación, algo diametralmente opuesto al glamour de sus fotos de moda. Poco después cambia radicalmente de objetivo, Bataille le presenta a André Bretón y Dora Maar se adhiere al grupo surrealista, con el que comparte unos postulados que le vienen como anillo al dedo. Quiere transformar el mundo, cambiar la vida, y participa con entusiasmo en el mundo de sus nuevos amigos. Por su cámara desfilan ellos y sus mujeres, retratados con una impresionante sensibilidad surrealista.
Su Retrato de Ubú, un monstruo ciego y suplicante,posiblemente un feo animal, se convierte en el icono fotográfico del movimiento surrealista.Morena, alta, fuerte, Dora Maar era una mujer muy independiente,nada convencional. "Su diálogo rápido y desenvuelto y su voz grave eran expresión directa de carácter e inteligencia", comentó Roland Penrose al conocerla. Su apariéncia siempre  fue algo extravagante en su vestimenta y aspecto , siempre notable , tocada con impresionantes sombreros de la modista Elsa Schiaparelli, chocaba con unas manos impecables, rematadas por unas uñas pintadas de colores llamativos. Dora causaba sensación y Picasso no fue ajeno aello.Siguieron viéndose esporádicamente hasta 1946, fecha en la que rompieron definitivamente. Picasso le regaló como despedida una casa en Ménerbes, en la Provenza francesa: DoraMaar, herida en lo más profundo, sufrió una grave depresión y tuvo que internarse en un psiquiátrico. Picasso, cruel, comentó que Dora siempre había estado trastornada: "La dejé por miedo. Dora ya estaba loca mucho antes de que enloqueciera de verdad". Cuando mejoró, Dora entró en una fase mística y se recluyó en su casa de París con sus recuerdos y las obras de Picasso. Murió en 1997, a los 90 años , dejando para la posteridad una frase lapidaria : "Yo no fuí la amante de Picasso; él sólo fue mi amo".

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